¿Perdono, pero no olvido? ¿Qué es realmente el perdón? La palabra hebrea para perdón nos muestra una serie de pistas sumamente ilustrativas: 1. Debe ser luminoso, o no es perdón. 2. Es un acto sagrado, en su doble vertiente activa y pasiva, de dar y de recibir. 3. Es un acto vital, un canto a la vida. 4. Podría compararse con un cesto, que retiene lo sólido (los hechos), pero deja que los líquidos (las emaciones) se vayan. 5. El perdón es para mí, para quien perdona: sólo yo puedo perdonarme, no tengo ningún poder para perdonar (o no perdonar) a los demás. 6. Hecho el perdón, se acabó, no se hable más del asunto, punto final.
Adicionalmente, el valor numérico nos remite a un salmo en el que se celebra el principio del fin de la esclavitud del pueblo hebreo: el perdón libera; y también a un sura del Corán, que se considera de la máxima protección: ya me he perdonado, ¿qué puedo temer? Realmente, el perdón es la reconciliación entre nuestra propia sombra y nuestra propia luz.